Hola a tod@s!
Esta vez adelanto mi Viernes al miércoles por razones obvias que no es necesario repetir. Si la semana pasada hablaba de calor hoy el término sería otro, no sé, un superlativo. Lo cierto es que sufro estas temperaturas cual esquimal en el trópico y no veo el momento de vivir un suave otoño. En los últimos días, mientras me refugio del “indio” (sol para los cubanos), me he dedicado a ver alguna exposición y saborear lo significa ser “single” en una ciudad como Madrid. Una vez más estuve frente a las fotos de la Leibovitz y allí descubrí una instantánea donde aparece Obama con parte de su familia, me extrañaba que la fotógrafa no mostrara interés por el nuevo presidente. También estuve en el Thyssen para ver a Matisse que se desveló como el maestro de los colores que es, pero quizá el día o la hora no eran las mejores para disfrutarlo a fondo. Lo que si disfruté fueron los cuadros de Sorolla en el Prado. A pesar de que no es un pintor que admire, la exposición, muy bien montada, me dio placer y eso es importante. Nunca he sabido la razón por la cual en La Habana se tiene una colección impresionantemente rica de cuadros pintados por él.
En otra cuerda, y siguiendo con la pérdida de las referencias… ha muerto Pina Bausch, la alemana que impresionó al mundo con su Café Müller o con La Consagración de la Primavera. Su imagen, que se me antoja parecida a la de Ángela Molina, baila en el recuerdo de los que nos gusta la danza o más que la danza: el experimento corporal. ¿Quién queda? Sea cual sea la respuesta, me asusta la pérdida de estos referentes cuando aún no tenemos alguien que los sustituya. En el plano político, veo con cierto estupor la vuelta a los cuartelazos en Latinoamérica y espero, sinceramente, que esto sea sólo un hecho aislado. Por España tenemos la subida de la electricidad y la bajada del gas… justamente ahora que mi piso funciona sólo con electricidad… y así van las cosas.
Os quiero, Ed.
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