domingo, 30 de junio de 2013

Viernes dominical de comas, cine y átomos...

Hola a tod@s!
Voy cerrando una semana con días en los que invierto la mañana en poner una coma y la tarde en quitarla… sí, así es de triste. A lo Oscar Wilde, pero sin su glamour, estoy encerrado en mi mismo tratando de poner palabras inglesas a mis ideas latinas en un proyecto que me está asando lentamente y sin condimentos. Mientras tanto, el mundo sigue girando sin percatarse de mi estado-estático-improductivo-decodificado. Por aquí meten en la cárcel Bárcenas años después de que todo dios estuviera convencido que es un cabrón de mucho cuidado, por USA derogan la DOMA que era lo mismo que una vergüenza incrustada en las leyes americanas, entre China y Rusia anda el chico que ha desvelado las singulares maneras de la diplomacia, cosa que está sirviendo de pretexto para encender la guerra fría Putin-Obama y un etcétera abultado que me viene un poco al pario dado mi no-estado de gracia. Entonces, rememorando los viejos tiempos universitarios, y hablo de cuando al otro día tenía una clase práctica de Análisis Matemático con su bulto de ejercicios por hacer, un laboratorio de Física Molecular con el correspondiente informe a entregar, una evaluación de Geometría Analítica y un seminario de Filosofía (Marxista!), eran las 7 de la tarde y decía… “mejor me voy al cine porque no llegaré a todo”. Ahora con un poco más de responsabilidad me ponía el cine u otra actividad lúdica como zanahoria y así fue como os puedo comentar que “Hannah Arendt” es la película que necesitaba ver. Se basa en un pasaje de la vida de la emblemática filósofa judío-alemana que siempre defendió su deseo perpetuo de pensar. Ella decía que “entender no quiere decir perdonar” a lo que añado… y mucho menos olvidar. Al ver esta película que narra todo lo que se armó por sus artículos a raíz del proceso contra el nazi Einchmann, descubrí a través de sus razonamientos mi permanente deseo de entender al contrario sin que esto signifique que perdono u olvido sus daños. Más allá de todo lo personal, es una película excelente con una tesis a recordar: el deber y el consciente deben estar en permanente sincronía aunque lograrlo es tarea titánica. En otra escapada me fui a ver “Laurence Anyways”, una vuelta a los 80 con la vida de un luchador por ser quien cree ser. La película cuenta la historia de un hombre con vida establecida y “placentera” que decide hacer caso a su yo, rasgarse la piel y exponer la mujer que llevaba encerrada. Es tan difícil no dejarse llevar y complacer al mundo con la apariencia que les gusta de nosotros, las palabras precisas, los gestos adecuados, el camino a seguir. Seguro estoy que un porcentaje elevadísimo de la población mundial es un Laurence en potencia. Su caso era más dramático, estar encerrado en un cuerpo equivocado debe ser atormentador, pero también es agotador ser el simpático porque gusta y se espera que lo seas, mostrarte resolutivo porque es lo debido y así una lista inacabable. Volviendo a la película, como si la historia con guión sólido fuera poco, tiene una dirección de fotografía envidiable y actuaciones memorables. Por cierto, delante de mi estaba Almodóvar, nada de glamour tampoco esta vez, era la sesión primera a la que nadie va, en la que me lo he encontrado varias veces…  tuve que cambiarme de asiento porque sus pelos no me dejaban ver. Y para rematar, esta vez si con algo de glamour, estuve en el estreno de La Novena en Real por la Berliner (la filarmónica de Berlín). Los que me conocéis más sabéis que se me abrieron los oídos a la música clásica escuchando la Novena de Beethoven, recuerdo el primer día que la escuché entera casi me muero. Ilusionado por el cuarto movimiento que ya conocía, un conocido de la familia me sentó frente al tocadiscos y me puso los cuatro movimientos seguidos. Era demasiado para mi edad y origen, pero con el tiempo aquella versión (la que grabó Toscanini a principios del siglo XX) se volvió fetiche y cada primero de enero la escucho íntegra. Pues bien, luego de un día de comas si, comas no, me fui al Real para tener mi segundo encuentro con la mejor filarmónica del mundo, según muchos. No niego que estaba nervioso, tampoco que la perfección de los músicos fue extraordinaria, pero casi mato al coro y los solistas que hicieron de la noche un aborto en toda regla… en fin. Así, perdido en la perfección, me retiré a casa, con mi proyecto y los párrafos que no salen. No sin olvidarme que el núcleo cuántico cumplió 100 años… hace justamente un siglo Bohr publicó tres artículos magistrales, siendo el primero de ellos  un puñetazo en la jeta de la física clásica, aquel jovenzuelo se le ocurrió postular que la energía de los electrones que orbitan alrededor del núcleo viene dada en paquetes, es decir, está cuantizada. Con este supuesto y, dado que la energía del electrón depende de la distancia a la que orbita del núcleo, concluyó que el electrón solo puede orbitar a determinadas distancias, o niveles, del núcleo. Cuando un átomo gana energía, el electrón se desplaza hacia las órbitas más alejadas, y al perderla, salta de órbita en órbita, como si bajara los peldaños de una escalera. En estos saltos, que pueden ser de uno o varios escalones, emiten luz, fotones, cuya frecuencia es proporcional a la diferencia de energía que existe entre los dos niveles orbitales… pero qué hago yo hablando de ciencia.
Os quiero, 
Ed.

jueves, 20 de junio de 2013

Viernes de re-conversión y puntual...

Hola a tod@s!
Creo en dios, os lo digo con toda sinceridad. Luego de décadas de ateísmo profundo me he percatado de mi gran error. Amig@s, dios existe y lee mi blog. Lo digo con todo el convencimiento de un científico, no hay otra explicación posible. El fin de semana pasado me estaba achicharrando, un calor tórrido me consumía el cerebro e hice, como bien sabéis, todo un despliegue de protestas en mi Viernes. Entonces, de repente, sin explicación meteorológica posible, como si un milagro fuese, casi llegando a julio, han bajado las temperaturas en Madrid y vuelven los jerseys. Si, hablo de esas prendas que hemos guardado y sacado por decimosexta vez en los dos últimos meses. Vamos, que si no es dios, yo quemo mi título de físico porque ninguna explicación se me puede ocurrir. Ni a mí, ni a los meteorólogos… esos pobres infelices que están dado la cara para no-explicar por qué pasamos del tanga al plumas en menos de 16 horas, lo que viene siendo en experimentación un overnight. He de decir que estoy encantado. Por una parte puedo dormir sin tener que convencer a nadie que poner el aire acondicionado durante una hora antes de irse a la cama no acaba con la capa de ozono, más que todo porque ya casi no existe. Mientras que por otra, sé a ciencia cierta que tengo un nuevo lector de mi Viernes (os comenté lo de dios, no?). Por ello con esto en la mochila he ido saltando por los días de mi semana, sin poder ir al gym porque se me ha fastidiado una muñeca y llevo una cinta blanca comprimiéndomela… que queda guay pero molesta muchísimo. Y con esas pintas voy asistiendo a mil y una reunión para explicar, no lo del cambio de temperatura que ya sabemos que es debido a que dios lee mi blog, pero si otras una y mil cuestiones relacionadas con lo que hago. Cosas que no comentaré dado el tremendísimo éxito que ha tenido mi plegaria por la ciencia en el Viernes anterior. Como predije apenas he tenido respuestas. En el blog ha sido una de las entradas menos comentada de su historia y los emails muy escasos. En fin, menos mal que no se me ocurrió pedir 50 céntimos para investigar, lo mismo me hackean la web y me cierran definitivamente el Viernes. Por ello tomo en serio la indirecta y no hablaré más de ciencia… dios me perdone, sí el mismo que lee mi Viernes. Entonces me voy a otra cuerda y os comento que “360 juegos de destinos” es una dulzura de película británica que recomiendo ver con todas mis fuerzas. Si alguien cree en la importancia de las bifurcaciones en nuestras vidas, escogedla la próxima vez que vayáis al cine. También es recomendable el programa que la Compañía Nacional de Danza propone en la Zarzuela, sólo por ver a Lucía Lacarra con Marlon Dino merece la pena. ¿Por qué no se vienen a España estos chicos? Que pregunta la mía. Quien va a querer venirse a un sitio donde el número 14 es tan proclive a ser confundido con 57782384… para los que no andan por aquí, resulta que Hacienda, esa que antes devolvía dinero y ahora nos los quita a dos manos, ha confundido el número de identidad de la hija del rey que tiene dos dígitos, el uno y el cuatro, con otros que tienen 8 númeritos individuales. ¡Es difícil tragarse esa! Pero bueno… ahí vamos. Yo me voy despidiendo, no sin antes recordarles que cuando tengáis dolor de cabeza y os tomáis una aspirina, realmente estáis inhibiendo la ciclo oxigenasa II. O también que cuando tenéis la tensión muy alta, a lo mejor conviene relajar el tejido muscular liso con un poquito de óxido nítrico. Y así, muchas cositas que nos gustan que pasen rápido y son cotidianas se hacen posible porque unos años atrás algunos “mongólicos” como el que escribe lo descubrieron, describieron y establecieron en un laboratorio… sitio que necesita atención, mimos y dinero. Y no basta con decir, se precisa hacer.
Os quiero,
Ed.

sábado, 15 de junio de 2013

Viernes caliente en el que intento hacer ciencia...

Hola a tod@s!

Una semana que se ha ido en un suspiro o, como me gusta más, “volando”. Ha llegado el calor y se despereza mi trauma, ese pavor que tengo, mi “de profundis”, en fin… el odio frontal, patente, absoluto, traumático, sin dobleces ni segundas, a la horripilante sensación de vivir dentro de un microonda encendido. Los que me conocéis sabéis que, a pesar de mi origen, no puedo con el calor. Si a esto le sumas el hecho de convivir con alguien que, por venido del norte, piensa, vende y se cree que el calor en Madrid son dos días y se solventa con espíritu de madre superiora de convento centro-africano a 50 grados en plena sombra, la cosa se complica.Y como si fuera poco, sabéis también que el aire acondicionado si no tiene megafiltros y cuarenta tonterías hipoalergénicas me reduce a polvo, chatarra, ítem de tercera y un largo etcétera despreciativo que me ahorraré. Con todo esto aclarado re-comenzamos… Una semana se ha ido volando, el calor se ha auto invitado, por si no ha quedado muy claro, y yo empeñado en hacer ciencia me pregunto: ¿Cuántos premios nobels científicos hay en países cálidos? Más bien pocos, y estoy casi seguro que en ello interviene el maldito calor que enlentece el cerebro y te licua las ideas. ¿Quién puede generar un buen concepto si la temperatura mínima no baja de los 28? Esta noche me he pasado las horas soñando que compraba hielo y se me derretía antes de llegar a casa, el ciclo se repetía con breves intervalos en que me despertaba, conmocionado por la imposibilidad de mantener la forma original de los cubitos y percatándome que la temperatura subía, subía y subía.Pero dejemos, creo que no podré, a un lado el calor. Os contaba que esta semana, a pesar de la energía que estamos recibiendo del Sol, sigo empeñado en hacer ciencia, palabra maldita en un país como España. Sin embargo, mi empeño y el de muchos otros se emborrona cuando miramos cifras, comparamos cifras y terminamos riéndonos de las cifras por aquello de no llorar. La ciencia es cara y cuando hay que quitar, nos quitamos ciencia. Entonces se me queda cara de póquer. Mas esta semana, sí la misma que ha estrenado cercanía amistosa con el astro brillante, hemos tenido dos buenas noticias: ha salido, por fin, la convocatoria para financiar proyectos en el área de biomedicina que, dicho sea de paso, cada día es más medicina y menos biología y, por otra parte, se rumorea que el famoso plan nacional sacará su convocatoria a principios de julio. ¡Hurra! pero …¿Qué hurra? La financiación es raquítica, tísica, tiene tos ferina, tuberculosis avanzada, sepsis, cirrosis hepática y lo único que crece son tumores. ¿A dónde vamos con esto? Evidentemente algo es más que nada, pero este algo no logrará sacarnos de la nada. Lo increíble es que el sentido común popular pone a la ciencia en un puesto elevado, importante, intocable, pero a la hora de rascarnos el bolsillo, pocos pondrían un euro para financiar un proyecto de investigación. ¿Hacemos la prueba? Montemos una campaña para recoger un euro por donante para un proyecto científico, hablamos de un euro, pero también podría ser cincuenta céntimos… predigo un fracaso. Somos así y luego pedimos que los gobernantes, los que cortan el bacalao, piensen de manera diferente. Pero centrémonos de una vez en el objetivo primero, semana de ciencia, aunque caliente. Intento casi a arrastras por aquello de la temperatura, concentrarme en una idea para convertirla en proyecto, presentarla a la convocatoria y rezar a no sé quién para que me lo concedan. Entonces choco de nuevo con otra cosa graciosa. Sabemos que por aquí existe esa tendencia al barroquismo de lo que no se salva ni la ciencia. Haced la prueba, leed cualquier convocatoria para proyectos de investigación… ¡Dios mío! Carpentier y Lezama se me quedan enanos frente a semejante literatura enrevesada, llena de caminos secundarios, adjetivos superfluos y florituras. Recuerdo que Zweig decía sentirse feliz cuando cuatro páginas la podía reducir a un párrafo. Se podría aprender de ello, pero es difícil cuando el barroco te inunda las venas y el Quijote te hace creer que vences grandes batallas… “me included”. La síntesis es bella y decir lo mismo en pocas palabras no es de inculto, es de inteligentes. En fin, creo que será mejor concentrarnos en derribar otros muros. Aquí estoy haciendo un “break” en la escritura de mi proyecto, ese que no me darán por juventud ¡que no soy joven!, por oportunidad, por estrategia y ojalá no me den porque es malo y punto. Pero como siempre los grises brotan para mejorar el negro. Entonces os cuento quedé fascinado cuando un amigo me llevó a visitar un centro de nano-ciencia con la filosofía de no poner límites al conocimiento. Allí está el químico frente al físico y un matemático soñando con responder una pregunta esencial, al menos para él. De allí salí con la añoranzas de viejos tiempos… cuando montaba experimentos para comprobar una idea, la mayoría de las veces torpe, y me alegraba con los resultados en cualquier dirección. ¿Volverán? Todos los días me voy a la cama con la esperanza de que vuelvan, pronto.

Os quiero,
Ed.

jueves, 6 de junio de 2013

Viernes como un reloj suizo...

Hola a tod@s!
Va terminando un jueves que pronto se volverá fin de semana y por fin logro un Viernes puntual. El estigma latino me persigue pero de vez en cuando, sólo de vez en cuando, logro sacudirme ese polvo del traje y paso por europeo puntual. ¿Cuánto me durará? Quien sabe, seguro que poco… Culmina un día en el que aprendo, de nuevo, que no valen las buenas intenciones si estas no se entienden o simplemente no se desean. Unas horas que vuelven a decirme que la tranquilidad es también madre de la sabiduría, cosa que alguien recién-llegada a mi vida me ha mostrado

sin el menor de los aspavientos. Agradecido infinitamente cambio de cuerda y os cuento que luego de Freiburg vino Suiza con su Zúrich alborotado y sus montes que ahora son verdes. Allí, con Any y mi preciosa ahijada, pasé un par de días rebosantes de recuerdos, anécdotas de entonces y cuentos de hoy. También estuvo Javi, el físico que una vez, hace ya mucho más que una década, vino a Madrid a darme el empujón necesario para dejarme de tonterías y asumir lo que gritaba mi interior. Con ellos me fui Lucerna, ciudad perfecta, como todo por allí, y lejana para mí. De ellos fui destilando y comprobando las cosas que me alucinan de esa sociedad extraterrestre que vive entre los Alpes y funciona como un reloj construido en sus predios. Suiza no parece humana. Ese pueblo pobre de antaño ha devenido rica democracia gestionando su futuro con mano precisa. Criticable ha sido, es y será su benevolencia con el dinero que salvaguarda. Tema de mil polémicas y más controversias. Mucho se ha dicho, se dice y se dirá de su tolerancia, imparcialidad y neutralidad. Sin embargo, pocos bytes se le han dedicado a su increíble forma de gobierno de donde se ha desterrado el peligroso bipartidismo y la dañina mayoría absoluta, o a su democracia total cuando se trata de decidir hasta los mínimos detalles. A los suizos se les preguntó si debían tener más vacaciones y dijeron que no. Otro día se votó la implantación de impuestos (el iva) y dijeron que sí. ¿No es acaso esto un ejemplo de conciencia social que va más allá del interés personal y el disfrute inmediato? Creo que sí, y mucho debemos aprender de ellos el resto del planeta. Pero no todo es rosa, no podemos olvidar que para que esa fracción ínfima de humanidad pueda gestionar su existencia idílica otros han de andar justos por la vida. Y es aquí donde la duda vuelve aflorar, justo cuando la perfección me empieza a oler a queso rancio. Otro tanto me está sucediendo con Francia, país de derechos y más derechos que hoy salta a la calle para decapitar un derecho. Impensable, inimaginable y otros muchos “in” lo que allí está sucediendo. ¿Dónde está el peligro cuando dos personas del mismo sexo deciden casarse? ¿Por qué es terrorífico que dos homosexuales adopten un niñ@? Me diréis que no es toda la sociedad francesa la que está en contra, y tenéis razón. Pero en la masa protestante hay una representación significativa del país. Es entonces cuando pienso en el lugar donde vivo, imperfecto, con corrupción política y corona tambaleante. Cuánto nos queda por hacer, cuánto hay que cambiar y mejorar. Pero entre tanto mal, este país que critico porque siento mío, ha logrado incorporar a la cotidianidad aquello que por no ser frecuente no deja de ser normal.
Os quiero,
Ed.

PD: Felicidades a los cumpleañeros.