viernes, 6 de noviembre de 2015

Viernes...

Hola a tod@s! 
Madrid vuelve a iluminarse, dicen que tan sólo por este fin de semana, pero nos vale. Luego de lluvias, nubes y grises un poco de luz activa la fotosíntesis del alma; tan necesaria por estos días en los que preferiría decir que “no sale el sol sino tu rostro”. Corren tiempos en que espero sin desespero y la verdad es que no sé exactamente qué aguardo. Probablemente los cambios son como el jet lag, se necesita reposo y mucha luz para adaptar al cuerpo a las nuevas costumbres. Mientras tanto, el mundo sigue girando, implacable este mundo. Mientras tanto, Abilio, el maestro Estévez, publica un “Archipiélago” completo y no tiene respuesta ante mi pregunta, impertinente, de por qué el escritor cubano que cuenta por décadas su exilio, sigue pariendo historias de la Isla de las Metáforas. Linda prosa la Abilio, envidia siento al leerlo. 
Otras cosas también llenan estos días. El susto y la intriga me asaltaron al saber que el cáncer retoza de especie en especie… alguien diría: “éramos pocos y parió la abuela”. Resulta que una persona con VIH y en pleno tratamiento decidió, así porque sí, dejar de tomarse los antirretrovirales. Tiempo después acudió al médico con fiebres e insuficiencia respiratoria, un tumor extraño había crecido en sus pulmones. Murió. Pero hubo un científico, especie rara de persona que el resto del planeta piensa que no tiene que cobrar por lo que hace… total no es modelo, ni futbolista, ni actor, ni vende nada, en fin volvemos, un científico decidió analizar el tumor y resultó no ser humano. Sí, estamos ante la primera evidencia de un salto entre especies. El paciente se había infectado con una tenia y esta, a su vez, generó un tumor. Preocupante. Pero bueno, sigamos financiando pasarelas. Total, de algo habrá que morirse… ¿o no? También me llamó la atención un experimento que apoya, un poco más, la explicación cuántica del todo. Aunque parezca increíble y, en apariencia, nada tiene que ver con la vida cotidiana, dos partículas “nacidas” juntas estarán pareadas para “siempre” aunque la distancia entre ellas sea medida en años luz. Eso predice la teoría cuántica, de esto se rió Einstein y de ahí su celebre frase: “Dios es sabio pero no tramposo”. Pues parece que el señor-inexistente, hablo de Dios, sí juega a los dados. A espera de experimentos más consistentes ya tenemos uno, difícil de explicar aquí, que apunta con dedo firme a mi querido Einstein y le dice: “esta vez te equivocaste”. Otros que se han equivocado, en parte, son los que afirman ya tener los elementos necesarios para explicar la metástasis y con bombo y platillo lo anunciaron en un artículo publicado en Nature. Los autores cargan sobre los hombros de los exosomas, pequeñas vesículas con información genética, el origen y final de la metástasis… yo sólo les hago una pregunta: ¿Quién los lleva de un sitio a otro? El silencio sentencia. Y así, entre días y noches que se suceden, esperando sin desesperar "la música que tengo que cantar", han pasado estos días en los he visto hasta un águila pasar por el mar… no en Madrid, por supuesto. 
Os quiero, 
Ed.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Ya te vale Ed. Tio no dejes de escribir cada viernes.

Anónimo dijo...

Hay que leer entrelíneas?

Anónimo dijo...

Me encanta que nos relates aquello que te cautiva mientras lo entremezclas con aquello que pone tu mundo del revés. Egoblogger en potencia al que quiero ver crecer. Sorpréndenos cada viernes.

Joan.