sábado, 9 de septiembre de 2017

Viernes...

Hola a tod@s!
El sol nos abraza, nos demuestra su afecto con esa peculiar manera de hablar. Un torrente de partículas nos envuelve para confirmarnos que hagamos lo que hagamos, él sigue siendo el rey. Pero nosotros, humanos engreídos, lo emulamos, miramos por encima del hombro y destruimos cuanto podemos porque nos auto-coronamos los reyes de este microespacio, de nuestra partícula perdida en el universo, el sitio que nombramos Tierra. Una tormenta eléctrica solar, dicen que “sin precedentes”, un terremoto en México, varios centros de bajas presiones en el Caribe, una foto meteorológica que asusta… pero aquí estamos discutiendo sobre naciones, los unos enloquecidos por la perspectiva de erigir un micro-reino, los otros ofendidos por las violaciones de sus micro-temas. Lo urgente, día a día, roba espacio a lo importante. Ayer fue una huelga, hoy es un referéndum, mañana vendrá otro invento… lo importante puede esperar. 
La temporada estival se apaga, vuelve la rutina que nos hace persona, al menos a mí. Nueva York, Rivera Maya y una escapada a Lugo ya quedan lejos en la historia reciente… Madrid me inunda, por supuesto. Tengo fotos por procesar, anécdotas por contar, encuentros que merecen la pena más de dos Viernes, pero poco tiempo con menos espacio para dedicar. Nueva York fue un baño de cariño, de cariño que hidrata la piel y refresca el cerebro, la ciudad se convirtió en momentos ricos con amigos que nunca se van. Más tarde llegó México, ¿o debo decir ese otro México? Dos décadas sin Caribe es demasiado. Aquello fue viajar en el tiempo, mostrarle a Ismael el agua que añoro desde mi Europa, despertar un deseo que había anestesiado. Allá lavé la ropa, quité el polvo de mucho camino… en auténtico cubano un personaje de Ena Lucía Portela diría: “… bajé el catao”. Entonces volvió la península, con su retuerces cotidianos y a Lugo me fui para ver a una amiga casarse y pasear con otro amigo, el gallego feliz que viaja a través de los libros, Rus se hace llamar. Cargué con La Consagración de la Primavera para mi amigo gallego. Prometí llevarlo de paseo por el mundo de Carpentier y perdido debe estar con Enrique y Vera, saltando de sitio en sitio, buscando la mejor plaza para su Stravinski. Mas todo esto ha quedado atrás, mis soles son otros. El laboratorio y su dinámica imposible de describir me envuelve, cual astro particular con tormentas puntuales. Los planes cercanos, los sueños futuros y la maldita circunstancia de la estupidez por todas partes me definen. 
Os quiero, 
Ed.




3 comentarios:

Anónimo dijo...

dulce retorno.

Anónimo dijo...

Un Viernes con aire fresco. Gracias.

Unknown dijo...

Me encanta tu escrito, tu forma de pensar, ojalá muchos sintieran y pensaran asi...Te admiro ,man..abrazos..